No somos eternos,
y a veces,
ni siquiera longevos...
y minutos tras minutos,
que son horas infinitas,
se van llevando nuestros sueños,
nuestros tal vez o quisiera,
dejando expuesta la miseria
de nuestro sin quehacer.
No somos eternos,
y a veces,
ni siquiera longevos...
y nuestro letargo
deja a la deriva
toda iniciativa de alguna vez,
mientras proyectos postergados
se acumulan sin sentido
en el cajón de los mañanas.
No somos eternos,
y a veces,
ni siquiera longevos...
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